DEFINICIONES. Las Cualidades Físicas Básicas (CFB) se podrían definir como los factores que determinan la Condición Física de un individuo y que mediante el entrenamiento pueden desarrollar su máximo potencial. Estas son la resistencia, la velocidad, la fuerza y la flexibilidad.
Podríamos definir la FUERZA como la facultad que existe para vencer una resistencia (independientemente del tiempo que se emplee). A mayor fuerza, mayor resistencia podremos vencer.
O bien como la capacidad física que permite a la persona crear una tensión muscular, con el fin de vencer una oposición o una sobrecarga (levantar objetos, empujar, lanzar, sostener, etc.).
En el hombre el músculo, que es el 40% del peso corporal, es el principal agente que genera fuerza.
La resistencia es la cualidad física que nos permite soportar y aguantar un esfuerzo de mayor o menor intensidad durante el mayor tiempo posible.
La resistencia es la capacidad que nos permite retrasar la llegada de la fatiga el mayor tiempo posible.
El desarrollo natural, sin entrenamiento, de la resistencia es el siguiente:
Practicar actividades que potencien la resistencia es muy importante para la mejora de la condición física, para la salud y en general, para la calidad de vida. Con una buena resistencia realizaremos con más energía y mayor economía de esfuerzo (nos cansaremos menos), los juegos, nuestro deporte, el trabajo diario, los estudios, etc. Esto es así porque la resistencia mejora la condición física general, ya que:
Existen dos tipos de resistencia: Aeróbica y anaeróbica.
La flexibilidad es la cualidad física que nos permite realizar movimientos en toda su amplitud con alguna o varias articulaciones de nuestro cuerpo. Esta cualidad física es muy importante, pues nos permite plena libertad de movimientos y ayuda a evitar posibles lesiones de nuestro aparato locomotor.
La flexibilidad es una capacidad involutiva, lo que significa que se va perdiendo con la edad. Podríamos decir que el día más flexible de nuestra vida es el de nuestro nacimiento, y en general ios primeros años de nuestra vida. En este periodo, las articulaciones están todavía en fase de formación y por ello, la movilidad articular es desmesurada. Además, el tono muscular es muy bajo y permite un gran estiramiento muscular.
Por el contrario, es en la vejez cuando se tiene menos flexibilidad. La pérdida de movilidad articular y la dificultad de la musculatura para alargarse empeoran muchos movimientos y actividades tan naturales como caminar, agacharse…
Lo que se pretende con el ejercicio físico no es desarrollar la flexibilidad sino retardar en lo posible su inevitable pérdida.
La práctica habitual de flexibilidad beneficia la salud. Si no trabajamos la flexibilidad, nuestra musculatura se volverá cada vez más tensa y se producirá un deterioro articular. El resultado será una reducción de los movimientos corporales que, a su vez, puede llevar a la adquisición de defectos posturales, al deterioro de la coordinación, etc.
Así pues, todo el mundo debería aprender a estirarse sin importar la edad o flexibilidad. No es necesario poseer una condición física extraordinaria o gozar de unas especiales aptitudes atléticas.
Es fundamental estirarse sobre todo después de una actividad física. Fundamentalmente si la sesión ha sido destinada al desarrollo de la Fuerza y la Velocidad. Pero también deberías hacerlo durante los momentos del día en que tengas ocasión.
Momentos adecuados para realizar estiramientos:
El concepto de velocidad aplicada a la Educación Física se podría definir como la capacidad de ejecutar uno o varios movimientos en el menor tiempo posible, ya sea recorriendo una distancia o parando un balón.
La evolución natural de la velocidad va pareja al desarrollo del sistema nervioso y del aparato locomotor. Su crecimiento más acusado se experimenta a partir de los 12 años, inicio de la pubertad, pues la coordinación mecánica y la fuerza muscular se incrementa de manera espectacular.
El nivel máximo de velocidad se alcanza entre los 19 y los 23 años; produciéndose a partir de los 25 un descenso progresivo. Aunque hay que decir que con un entrenamiento adecuado se puede mantener y mejorar hasta los 30-35 años.
Nuestra velocidad depende de la suma de tres factores:
Los músculos que mueven nuestro esqueleto están compuestos anatómicamente por dos tipos de fibras:
La velocidad depende, sobre todo, de la proporción de fibras lentas y rápidas de la musculatura. A más fibras rápidas, más veloces son los movimientos.
A todo esto hay que añadir factores personales, como la edad o el sexo; y factores circunstanciales o externos, como la temperatura o las condiciones climáticas.
Existen distintas clasificaciones de la velocidad, según las distintas escuelas que la estudien como la alemana o la polaca, pero nosotros nos vamos a centrar en la de la Escuela Tradicional que la divide de la siguiente forma: